Hubo una ocasión que un señor que venía de la ciudad o del pueblo de Potosí y viajaba a las lajas. Este señor venía borracho de Potosí, era domingo por la noche, entonces al pasar por el cementerio porque el camino de antes era por ahí, por frente al cementerio, ahora pues ya hay carretera; pero en ese tiempo no, tocaba venir por el camino de herradura, entonces al pasar por el cementerio el borrachito este pensó en los fieles difuntos, dijo “aquí están sepultados todos los amigos y los que no los conozco también” y pasó. Cuando al pasar ya por ahí por el cementerio sintió que alguien lo cogió del brazo y siguió; y el es que venía conversando, pues como todo borracho siempre conversa solo, entonces se vino converse y converse, pues en si hablando solo, pero pues él sentía que alguien lo llevaba del brazo, pasó ya el santuario, llegó ya a las Lajas y pasó el santuario, ya iba cerca a la casa; cuando llegó ya a la casa el entra a la casa y le dice a la esposa “mija yo traje a unos amigos, voy a hacerlos entrar para que me les de un cafecito para agradecerles, ellos me acompañaron desde Potosí hasta aquí vinieron a dejarme”, entonces se devuelve hacia la puerta y les dice “entren, entren”, cuando la sorpresa del señor que pasa, que cuando el sale a corredor de la casa divisa a la mitad de la calle un bulto grande, negro con un solo ojo que lo estaba mirando fuertemente y el señor el borrachito que hizo… se devolvió rapidísimo a la pieza y cerró la puerta y allí se desmayo. Entonces dice que en el sueño le decía “agradece que en tu pieza hay niños, sino yo te llevaba donde yo estoy y eso fue todo.
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