sábado, 24 de octubre de 2020

EL LLANTO DEL NIÑO AUCA


El siguiente relato me ocurrió a mí y a un grupo de amigos en el Municipio de Nariño, en el departamento de Nariño. Sucedió en uno de los sectores que ya prácticamente ya hacen parte del casco urbano de aquí del Municipio, es en el sector cercano al colegio, a la sección de bachillerato del Colegio Juan Pablo Segundo de aquí del pueblo.

Teníamos aproximadamente unos 15 años, estábamos en la adolescencia y llevados por ese espíritu de aventura un 3 de mayo que es el día que los mayores nos decían que es el día que arden las guacas decidimos ir a un terreno que queda al respaldo del colegio, de las instalaciones del colegio, fuimos allí porque desde niño nosotros habíamos recorrido todo ese territorio, todos esos terrenos, y habíamos encontrado piedras talladas, son piedras con marcas indígenas, creo que se llaman petroglifos, y en alguna zona de este terreno también había un conjunto de piedras muy bien apiladas que uno podría pensar que se trata de un altar; de un sitio de culto. También tenemos claro y eso se ha comprobado que todo ese sector donde se ubica las instalaciones de bachillerato del colegio y el terreno de donde estamos fue un cementerio indígena, porque cuando hicieron la construcción de las instalaciones del colegio; cuando removieron la tierra para hacer el plano y comenzar la construcción, la maquinaria se hundió, y encontraron varias tumbas. En el colegio todavía se encuentran cerámica que fue rescatada de esos entierros, y la tradición oral de los mayores nos ha dicho que siempre que eso ha sido un cementerio indígena, los mayores también dicen que esa "zona" así lo digo entre comillas es miedosa, que la gente no se atreve andar por esa zona; por esa zona cruza lo que en su momento fue el camino de los Incas que conducía desde Pasto a Popayán y que luego fue utilizado como camino real por los españoles, en especial por los que comenzaron la conquista, y la gente tenia muchísimo temor de cruzar por ese camino en las noches todo el tiempo. Igual llevados por el espíritu de la aventura entonces nos decidimos que ese tres de mayo íbamos a ver si encontrábamos algo, si mirábamos arder la guaca. Y nos fuimos tipo 10 de la noche; la casa de uno de los aventureros estará ubicada a unos 300 metros, 200 metros aproximadamente del sitio donde íbamos a ir y resulta que buscamos la piedra mas grande, la que tenia mas talla, y comenzamos a escarbar hacia alrededor, éramos un grupo de aproximadamente seis personas, entre las cuales estaba un adulto; el papa de los amigos que vivian cercano al sitio. 

Comenzamos a escarbar de lado y lado de la piedra y ya llevábamos algo así como un metro aproximadamente porque ya estábamos un poco más arriba de la cintura que nos habíamos enterrado ya sacando tierra, en ese momento comenzamos a obtener entre lo que escarbábamos pedazos de carbón, trozos de carbón; cuando de un momento a otro hubo una ráfaga de viento que no era usual en esa época del año, una ráfaga de viento que nos heló a todos; todos quedamos pasmados, y todos nos miramos desconcertados unos a otros, alumbrados por las linternas que habíamos llevado, de todas maneras seguimos cavando cuando al instante sentimos cerca de allí junto a los arboles que lloraba un niño, lo curioso del asunto es que el llanto sucedió en varias ocasiones y cada vez que lloraba iba cambiando de tonalidad, es algo así como cuando primero llora un bebe recién nacido, luego llora un niño más grande de uno o dos años, luego un niño más grande de cinco años; cambia el llanto es diferente y luego el llanto ya de un niño grande. En ese momento nuevamente otra ráfaga de viento que nos dejo helados, todos nos miramos perplejos, inmediatamente salimos, agarramos las palas que habíamos llevado para cavar y salimos despavoridos.

Eso nos sucedió en esa época de adolescencia, es algo que lo viví, puedo dar fe de ello, lo curioso del caso es que cerca de ese sitio no hay casas, y en un pueblo todos nos conocemos, y sabíamos que la casa más cercana que podría estar aproximadamente a unos 800 metros de ahí o mas en la dirección que venía el llanto obviamente no tenían niños pequeños, nosotros lo sabíamos, y lo curioso fue el tipo de llanto que sucedió como digo, fue evolucionando desde un niño que era bebe hasta un niño ya grande.


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